jueves, 6 de julio de 2017

Flaco - La despedida

Después de no publicar algo en este blog, regreso. Y si llegaste a leer la entrada titulada "Flaco - El encuentro", posiblemente sepas de que trata ésta antes de leerla por completo.

 Las cosas suceden por algo, a veces es tan obvio, a veces hay que meditar un poco para tratar de entender el porqué pasan y aún así al final, solo queda con lo que queremos quedarnos y en este caso no es otra cosa que recuerdos. Cosas como estas no son tan sencillas de expresar pero llega un punto en que es necesario intentarlo para soltar parte de lo que cargamos con lo que sucede a lo largo de nuestra vida.

Es por eso que quiero compartir esta entrada contigo, no para pasarte mi carga sino porque posiblemente te sientas identificado con una situación igual o similar.
Hace un poco más de 3 años encontré un perro en muy malas condiciones, desnutrido, cansado, viejo, ciego y talvés hasta maltratado. No sé que tanto sufrio, pero sabía que tenía que hacer algo por él. Por eso decidí llevarlo a casa de una tía y quedarmelo como mascota, que más que eso lo consideré un amigo, el confiaba en mi, sabia que había encontrado alguien que al menos le daba comida y agua, que en ocasiones compraba latas de comida para perro, que lo atendía...en fin. Y aparte cuidaba la casa y tenía 2 compañeros, una perrita french que tuvo que dormirse el año pasado por cuestiones criticas de salud y un gatito del que tuve que deshacerme, no fisicamente, por no quererlo atender. Él solía ser un buen perro, ya era viejo pero aún así jugueteaba un poco aunque su ceguera lo limitase y que en ocasiones llegó a darse algunos golpes.


Llegó un punto en que la edad y el pasado del cual no supe nada, empezaron hacer estragos en su salud. Durante toda su estancia conmigo, siempre dio indicios de que sufría de algo en su cuerpo como si hubiese sido atropellado o golpeado ya que dormía todo chueco y sus patas tanto traseras como delanteras se doblaban un poco pero parece que atenderlo dio resultado para que recobrara fuerzas y saliera adelante sin embargo su salud empezó a deteriorarse bastante y empezó a perder peso y fuerza, especificamente de sus patas traseras, había días en que no lo veía ya que vivo en otra casa, pero pude notar un cambio en él. Ya no ladraba, ya no se movía como antes, algo pasaba pero no era por una enfermedad.

Las ultimas 2 semanas o un poco mas fueron criticas para él, a duras penas podía levantarse, yo llegaba, le hablaba y hacia el esfuerzo por pararse, hubo un momento en que ya no lo hacía más, tenía que ayudarlo a ponerse en pie y a moverse, pensé que era algo pasajero pero era solo el principio del fin. Mi mamá le daba caldo de pollo o de res, arroz o alguna comida de sobra pero en buen estado, aparte croquetas que se las había cambiado por de cachorro por tener más vitaminas. Pero el perro como que ya se sentía cansado. Pasaron los días y se fue agravando todo, tenía que pararlo para llevarlo al plato de sus croquetas, ya no orinaba como habitualmente lo hacía, ahora hacia en 4 patas y donde fuera, si me tocaba verlo, juntaba agua en un bote y enjuagaba sus patas traseras ya que orinar así parece que le trajo consigo una infección en las patas. Algo pasaba con él y yo no aceptaba el hecho de que fuese apagandose, ni terminando de esa forma al grado de enflacar como cuando lo recogí en un inicio.

Mi mamá se fue de viaje a Cd. Juarez por la operación de su hermano y me quedé a cargo de ir a darle de comer al perro y otras cosas, por la mañana y por la tarde. Uno de esos días fue el acabose pues encontré al perro debajo del carro, lleno de aceite de orina y de heces, lo jale para sacarlo y poderlo poner en 4 patas, inmediatamente que lo puse, empezó a tomar agua hasta acabarsela de uno de los trastes que tiene para ello. Pobre perro estaba hecho garras, todo sucio, me dio demasiada lastima verlo así y se me quisieron salir las lagrimas, no me quedó más remedio que bañarlo y secarlo lo más que se pudiera, no quedo tan bien pero si al menos presentable. Ya se le veía sin fuerza y sin ganas de nada, sin ladrar y si llorando al tratar de echarse o tratar de levantarse. Hable con un veterinario que vive a una calle de mi casa y le explique lo sucedido, pensé en que el perro tenía algún remedio y le dije que fuera a revisarlo para saber si se podía hacer algo pero solo estaba negando lo que no quería que pasara ni hacer lo que ya se debía. El sábado 24 de junio temprano por la mañana que llegue a la casa de mi tía, volví a verlo hecho un asco, mojado de orina, sin comer, sin tomar agua...verlo en ese estado volví a la realidad y supe que Flaco ya estaba sufriendo demasiado, que era necesario actuar, le dije que sabía lo que tenía pero que ya pronto todo acabaría, que iba a descansar. De nueva cuenta lo bañe, lo sequé y me fui a mi casa, solo para llamar al veterinario, exponerle el caso y decirle la descisión que había tomado, darle descanso al perro. El veterinario y yo fuimos a casa de mi tía, vio al perro y dijo que no había remedio posible, que estaba por cerrar su ciclo, él dijo que podía hacer el trabajo, al fin de cuentas es parte de su profesión. Me pregunto que haría después con el animalito luego de que durmiera, le pregunte los costos de incineración, me contesto y yo me quedé pensando. De ninguna forma iba a tirar en cualquier lado el cuerpo de mi amigo y decidí que se incineraria después de dormir, aunque  implicase un gasto que no tenía contemplado.

Y el procedimiento comenzó, el veterinario empezó con una inyección que lo dejó relajado, en ese momento Flaco parecía dormido bien quitado de la pena, acto seguido el veterinario quiso inyectarle un segundo farmaco pero no pudo ya que Flaco tenía algunos movimientos por lo que el veterinario aplicó una inyección alterna que le permitio aplicar la inyección que tenía contemplada, en ese momento me derrumbé, empecé a llorar por verlo partir y no poder hacer nada mas que verlo en esa posición, imágenes que mi memoria trae de nueva cuenta y trato de asimilarlo. El efecto duro algunos minutos, empezó como a convulsionar, trate de acercarme pero me lo negó el veterinario, dijo que Flaco posiblemente ya tenía problemas de higado por el color de las heces. Cuando Flaco dejo de moverse, el veterinario aplicó el ultimo fármaco, el que haría que Flaco partiera definitivamente, yo no quería que se fuera, pero estaba su tranquilidad de por medio. Y lo vi completamente inmóvil, cuando todo acabó, el veterinario se lo llevo para incinerarlo, después de algunas horas fui a recoger sus cenizas, dentro de una bolsita la cual iba dentro de una cajita, el veterinario me entregó una carpeta con información sobre las cenizas y un carta de despedida de Flaco junto una huella de él plasmada en el papel y quise llorar. Luego de una pequeña platica con el veteriario, fui a casa de mi tía y en la mesa de la sala dejé la cajita junto con la carpeta y la carta. Me senté en el sofa y por un momento medité la situación, no estaba resignado y aun no lo estoy, la "repentina" partida de Flaco era algo que sabía que pasaría pero nunca supe que día, y ese día llegó sin avisar. Se me vinieron los recuerdos de la trayectoria de estos años, con el Flaco, como lo encontré, su recuperación, su ladrar al pasar gente y otros perros, su felicidad de saber que se encontraba seguro, que ya nada ni nadie le haría cosas. Me levante del sofa y me fui, triste. Hubo ocasiones posteriores en que al llegar a casa de mi tia, me daba la sensación de que Flaco aun estaba ahí, solo para darme cuenta que el ya había partido. Una que otra tarde me sentaba en el sofa y escuchaba pequeños ruidos afuera, quería que fuera Flaco, pero eran algunas palomas y chanates comiendo las croquetas que habian quedado en el plato, palomas y chanates que acostumbraban robarse croquetas cada vez que podían y que al parecer también extrañan a Flaco porque, aunque sigo dejandoles croquetas que quedaron y agua, ya no se acercan tan seguido como antes.

Algunas personas me preguntaron por él, de alguna forma les interesaba, les dije lo sucedido y pues les causó algun tipo de sentimiento. Una prima también se preocupaba por él, a veces me daba latas de comida, me ayudó a llevarlo a que le cortaran las uñas, a que lo revisaran, entre otras cosas. Fue un perro querido por otros y por mi. Dejé su collar colgando de una ventana.

Espero haberle dado buenos momentos, en sus ultimos años de vida. Flaco ya no sufre y ojalá esté en un lugar mejor, cuando yo despierte, espero volverlo a ver, junto a otras personas y mascotas que han estado conmigo.

Te voy a extrañar Flaco, hasta luego.

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Como anecdota adicional, hace 2 semanas, estaba en casa de mi tía y se acercó un perro casi con el mismo rasgo facial que Flaco, parecía callejero pero estaba en buen estado físico y además si veía, le hable, se acerco y lo acaricie, llene un traste con agua, se lo ofrecí y tomó. Se metio a la cochera de la casa, dio algunas vueltas y se acosto algunos minutos, luego se salio y volvio a acostarse en la acera, también luego de algunos minutos cruzo la calle y se durmio un buen rato en el camellon, luego regresó a tomar mas agua y yo estaba tentado a quedarmelo pero creo que no es tiempo de hacer otra adopción. Al final se fue y ya no lo he visto.

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